miércoles, 24 de agosto de 2011

La maleta del sexo toca la puerta


La actividad se inspira en la firma de accesorios para el hogar. Rina Morales no sólo vende objetos para el placer, sino que saca a algunas mujeres de la ignorancia

Elizabeth Araujo

"A ver, ¿qué es un orgasmo?", pregunta Rina, con aire de maestra de preescolar frente a un grupo de chicas que coquetean con una edad cercana a los 35 años. "¿Orgasmo?", se asombra una rubia que sin dudas se ha perdido eso que no pocas mujeres comparan con el estallido de cohetes en la medianoche de Año Nuevo.


Rina Morales es periodista, locutora y realiza una maestría en Orientación en Sexología en el Centro de Investigaciones Psiquiatras, Psicológicas y Sexológicas de Venezuela, pero como con tal currículo no logra pagar condominio, luz y supermercado, se va de casa en casa y cuando alguien pregunta: "¿Quién llama?", ella responde: "Soy de tuppersex y vengo a hablarle de sexo".


¿Y esto, por qué vibra? La idea nació en Estados Unidos. Ser mujer y pisar una tienda de objetos destinados al goce no es tarea que pase inadvertida; pero al existir la demanda, se creó la modalidad puertas adentro para que la dama con intereses sexuales tuviera un lugar íntimo en donde pudiera compartir sus necesidades.


"Los tuppersex son reuniones de amigas con una asesora en sexualidad invitada, que muestra la gran variedad de juguetes y artículos relacionados con el sexo. La finalidad es transmitir conocimientos sobre sexualidad en un ambiente ameno, hablar de la gama de posibilidades eróticas y, en último término, vender productos", explica Morales. Recuerda que el concepto surgió hace diez años y que de Estados Unidos se expandió a Europa. Se conoce como "la franquicia de la maleta roja" porque las asesoras van de casa en casa con una valija cargada de libros y juguetes sexuales.


"En Latinoamérica lo que sucede es que el sexo sigue siendo un asunto privado, íntimo y hasta tabú, por lo que cuesta que las personas se sientan cómodas hablando de la cuestión ", indica.


La clave para Morales es lograr romper el hielo y establecer una dinámica que no atropelle, sino que relaje: "Cuando veo que una chica empieza a reírse es porque la reunión va por buen camino".


Morales admite que cuando tomó la iniciativa de hacer las reuniones se sorprendió: más que comprar juguetes, las mujeres hacían preguntas y exponían sus inquietudes sexuales y de pareja. De allí su siguiente paso: la maestría en orientación sexológica. "Ellas hablan con confianza de sus vidas maritales porque las reuniones terminan por generar un efecto liberador, que les hace bien y las ayuda a compartir experiencias, aprender y aconsejarse entre todas".

¿Sexo ana... qué? En Venezuela, la mayoría de los tuppersex se realizan en despedidas de soltera, una vieja tradición que sirve además para intercambiar tips de seducción, con el fin de que la futura casada no pase apuros. El target de las reuniones, según Morales, es de mujeres entre 25 y 45 años de edad, pero también asisten mayores.


"La otra vez hice una charla para un grupo de edad prolongada de las Abuelitas de Chacao y, no creas, se aprende mucho porque uno descubre gratas e ingratas experiencias en las diversas etapas de la sexualidad humana", afirma.


Aunque Morales atiende en un local de Candelaria, en Caracas, rodeada de penes de diferentes tamaños, colores y sabores, asegura que su idea no es sólo mostrarse como vendedora de productos sexuales, sino como asesora que, con picardía y buen humor, logra aclarar dudas y ayudar a tener una vida sexual sana y completa.


"Soy consciente de que no voy a modificar formas de pensar ni conductas, pero sí puedo aclarar conceptos errados de mujeres desesperadas por tener sexo anal y que la sola mención del término las ruboriza".


Morales afirma que en las reuniones enseña, principalmente, la clave para una relación de pareja. "El éxito es convertirse en eternas amantes, porque la relación sexual hay que cultivarla; reinventar cada día la pasión y permitirse ser abierta a todos los temas, para no terminar en fracaso".

Anécdotas son las que le sobran. Como la despedida de soltera de Alicia, en la que la abuela de 75 años de edad de la futura novia tomó un vibrador y le preguntó si aceptaba cestaticket; o la chica que le compró las bolas chinas (que se introducen en la vagina para obtener placer) para ponérselas como collar; o la que le preguntó si el lubricante servía para untárselo de noche como limpieza del rostro.

Se puede decir que Morales disfruta con su trabajo. Hombres y mujeres entran en su negocio, acarician vulvas y penes y muestran interés por el equipo sadomasoquista, que se vende a montón. "Sólo existen dos cosas importantes en la vida ¬dice ella, citando a uno de los personajes de una comedia de Broadway¬ la primera es el sexo y la segunda, no me acuerdo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario